Una llesca de pa torrat amb oli i sal La sostenibilitat com a objectiu: gastronomia de proximitat, biodiversitat i sobirania alimentaria*
Reflexions a taula parada

El olvido de la pesca

Per Miguel Ángel Civera

De todos los sectores de la denominada economía azul (ver cuadro) solo la pesca presenta una tendencia a la baja. No es casualidad ni es debido a un colapso, es consecuencia de un proceso en el que se ha obviado la importancia de una actividad que durante miles de años ha sido fundamental en la alimentación humana y determinante en el paisaje y la cultura de las ciudades marineras.

 

Se olvida su papel en la configuración de la ciudad, desde la evolución del puerto al urbanismo de la ciudad, de su imagen por la presencia de barcos y útiles de pesca, de los olores, de los ritmos circadianos que marcaba en el funcionamiento social la actividad, de los nombres de las especies y de los útiles, de las herramientas y faenas; de sus símbolos y fiestas; de una identidad colectiva; de una gastronomía basada en el producto de temporada, en los ciclos biológicos, en técnicas de conservación, en formas y modos de comer y estar.

Y sin darnos cuenta, poco a poco ha ido desapareciendo esa singularidad de las ciudades litorales que la pesca, los pescadores y sus familias fueron modelando durante siglos y en donde las mujeres, con los hombres en la mar, ejercían las tareas imprescindibles para el funcionamiento de la vida familiar, social y económica de las mismas.

Un sector que en estos momentos muestra una serie de parámetros comunes con en el Mediterráneo español: disminución del número de barcos, de trabajadores, de los días de pesca. Donde no hay relevo generacional pese a las innovaciones y mejoras tecnológicas y, donde las capturas y el valor en lonja sufren fluctuaciones manteniéndose a duras penas y que en algunos casos su actividad depende de la pesquería de especies símbolo como la gamba roja que aportan casi la mitad de su presupuesto total.

Unas ciudades litorales, las de la Marina, que han sido avasalladas por la mercantilización de un turismo responsable en gran medida, se quiera o no, de la presión antrópica sobre el medio marino – urbanización, presión demográfica, contaminación, sobreexplotación de los recursos, calentamiento global, especies invasoras,… – que altera sus características, disminuye su biodiversidad lo que tiene una consecuencia directa sobre la pesca.

Un modelo turístico que además demanda gran cantidad de pescado y marisco para la restauración que las pesquerías locales no pueden proporcionar y que solo pueden ser atendidas por la explotación de otros caladeros. Mientras, el consumo en los hogares locales disminuye.

El resultado, un patrimonio material e inmaterial fosilizado con una evidente pérdida cultural incluida la gastronómica y una actividad socioeconómica en riesgo por diferentes causas y no solo por el estado de los stocks de los recursos pesqueros.

Que se mantengan las capturas de especies con ciertas fluctuaciones, a corto plazo, dependerá de un conjunto de medidas integradas adoptadas sobre esfuerzo pesquero, el aumento de zonas de protección marina, nuevas tecnologías, del aprovechamiento del conocimiento científico incluido el de los pescadores (observadores de alta frecuencia y de larga observación), pero sobretodo de mantener el buen estado ambiental del mar porque sin él no hay peces, ni pescadores, ni futuro.

Si lo que se pretende es recuperar la “cultura del pescado” además de garantizar que “haya peces” hay que hacer más cosas. No es una cuestión técnica es sociológica y un reto prioritario: hacerlo con urgencia.

Mejorar la cantidad y calidad de la colaboración de todos los actores sociales, disponer de estructuras que generen y transmitan conocimiento como guía de cualquier estrategia; analizar y cooperar con lo que se está haciendo en otros enclaves sobre el patrimonio, la gestión y los modelos de cooperación (pesca, ciencia, alimentación y gastronomía); seguir recomendaciones del DNA Fórum de Dénia; las del Foro de la Pesca del Mediterráneo y un largo etcétera, porque no hacer cosas que mejoren siempre es mucho peor.

Miguel Ángel Civera 10 Gener 2025